Siempre resulta un enorme consuelo ver cómo seguimos siendo unos Campeones en deportes, tanto a nivel individual como colectivo. Esta España que se desquebraja, se une de vascos, catalanes, castellanos, andaluces, asturianos, cántabros y otros incluídos ceutís y melillenses... para llegar a lo más alto de la cima.
Nuestra última gesta ha sido el balonmano, un deporte colectivo llamado a la ruina económica, no como el puñetero fútbol y que ha conseguido una vez más que nos consideremos todos españoles por un día. La final en el Palau de Sant Jordi, reducto irreductible de Mas y su calaña, servidores y receptores de lo público, aunque no sea suyo y donde se celebró por todo lo alto el triunfo de la colectividad bajo el nombre de Hispania y representado por el aspirante Borbón.
Este proyecto común que fue ejemplo de convivencia y que se llamaba España, se está convirtiendo en un conjunto de contradicciones donde hoy somos españoles y mañana zamoranos, según nos convenga.
Error constituyente pensar que esta estructuración del Estado iba a ser óptima, no pensamos que la iban a gestionar unos políticos mediocres que la iban a utilizar para crear Reinos de Taifas con prebendas incluída el derecho de pernada.
Será cuestión de esperar a que nos fragmentemos en mil pedazos ante la incredulidad de nuestros socios/protectores/avalistas europeos.
Salud y república
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