El presente 2015 como buen año electoral que se precie, también está siendo un año propicio para la aparición de tramas corruptas. Unos sacan las de los otros y los otros las de los unos, y como todos tienen basura bajo la alfombra, pues… así está el panorama. La imputación de Chaves y Griñán, auténticos patas negras del PSOE ha puesto a prueba el compromiso contra la corrupción del secretario general Pedro Sánchez y la presidenta andaluza Susana Díaz. Los dos políticos han dado preferido mantener sus lazos con sus compañeros implicados en vez de comprometerse con la honradez y limpieza exigible a cada cargo público.
También ha sido decepcionante la respuesta de Podemos, que se posesionaban claramente contra los corruptos, cuando las irregularidades fiscales han afectado a uno de los suyos, el hoy “desaparecido” Monedero. Lo cierto es que su reacción ha sido idéntica a los partidos que ellos llaman de “la casta”. No ha habido destituciones fulminantes, ni aclaraciones con luz y taquígrafos. Nada nuevo bajo el sol, sólo el mismo corporativismo infame que ya estamos aburridos de ver una y mil veces.
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