martes, 27 de enero de 2015

Y los griegos dijeron no (a la política de austeridad)


Veloz como un cometa, Alexis Tsipras fue investido ayer presidente del gobierno tras arrasar en las elecciones del domingo y pactar con la derecha nacionalista. Además de un gesto de pragmatismo, esta alianza -no tan inverosímil si se observa la composición del Parlamento heleno- representa un gesto de firmeza frente a la UE y sobre todo a Merkel. Tampoco ha sido casualidad que su primer acto oficial haya sido la visita a la tumba de luchadores griegos contra la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial.

El conservador Samaras ha mordido el polvo de la derrota diciendo las mismas cosas que aquí dice Rajoy: El país está creciendo, ya se ha terminado la crisis y los datos son muy buenos. Se ha demostrado que no son sino palabras huecas que no hacen mella en una sociedad azotada por el paro, los recortes, la aniquilación de los derechos adquiridos y asqueada por la corrupción de las élites. 

En el PSOE no se identifican con el PASOK vapuleado por los electores. Será por eso que los dirigentes socialistas se empeñan en peleas internas para ver quien consigue la poltrona más alta. Les parecerá que les sobran los votos. Tampoco se entiende el triunfalismo de Susana Díaz. Su adelanto electoral responde exclusivamente a maniobras para conservar poder y no es algo que pueda beneficiar a una sociedad como la andaluza, que aguanta vergonzosas cifras de paro superiores al 36% de la población activa. Hace falta una mayor autocrítica sobre la gestión realizada y no tanto cálculo electoral.

Los amigos del bipartidismo no dejan de repetir que Grecia no es España, y es cierto. Grecia no es España... pero se le parece mucho.

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