miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez, la hora final


No por menos esperada, la noticia del deceso de Hugo Chávez ha sacudido al mundo y ha eclipsado al resto de la actualidad en todo el mundo. El mandatario venezolano ha sido uno de los personajes más activos y polémicos del escenario internacional de los últimos años, y por supuesto, una de las figuras más mediáticas. Fue protagonista del gran cambio geopolítico de Latinoamérica en el siglo XXI. La región, que durante los años de la Guerra Fría había sido la puerta de atrás del imperio de los EEUU, había permanecido atada y bien atada con las dictaduras del plan Cóndor. El fin de la lucha entre superpotencias relajó la presión estadounidense y dio lugar a una generación de dirigentes, plurales dentro de unas coordenadas de progresismo y populismo, que colocó a la mayoría de las naciones latinas frente a Washington. Chávez asumió, especialmente durante el mandato de Georges W. Bush, el papel que un Castro sin salud y sin economía ya no podía seguir manteniendo. Sin duda, el peso internacional de Venezuela se ha visto incrementado en los catorce años de chavismo.

A nivel interno, su gestión consiguió reducir los niveles de pobreza, aunque se avanzó escasamente en solucionar problemas estructurales que todavía persisten y lastran el crecimiento desarrollado del país. Su base electoral, compuesta por las capas más desfavorecidas de la sociedad, no le falló nunca, bien sea por las ayudas estatales o por el temor a volver a la desastrosa democracia corrupta de socialdemócratas y democristianos del periodo 1958-1998.

Hugo Chávez ha muerto joven, a los 58 años, con un mandato presidencial sin comenzar. De haber vivido, seguramente hubiera seguido al frente del país al modo de su admirado Fidel Castro. Eso si, ganando las elecciones cada convocatoria electoral, como hizo desde 1998. Ahora es la hora de Nicolás Maduro. El vicepresidente previsiblemente adoptará sus tintes más chavistas con vistas a aprovechar los réditos electorales de la emoción desatada de los venezolanos. Pero una vez en el poder, es de suponer que se guiará por ideas propias y haciendo gala de su pragmatismo en beneficio, esperamos, del pueblo hermano de Venezuela.

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