viernes, 8 de marzo de 2013

Corinna, la cortesana pagada por todos


En las últimas fechas ha sido muy habitual la presencia en los medios de la sra. Corinna zu Sayn-Wittgenstein, relacionada con el rey Juan Carlos y que forma parte de la Corte que ha seguido al monarca por diversos países. Ha copado portadas y reportajes de la prensa rosa, pero es llamativo que haya sido un periódico cercano a los círculos del rey, quien ha difundido una entrevista en exclusiva con la señora, y con versión online de pago para promocionar su plataforma digital. Da la impresión que se la está presentando a la opinión pública como una persona especialmente cercana al Jefe del Estado, como si de una Camilla teutónica se tratase.

Sus declaraciones han sido amplificadas por su aparición en los e-mails del caso Noos. Así nos hemos enterado que Corinna ha realizado diversos trabajos de servicio a España, bien sea "solucionar asuntos delicados" como si de una Mata Hari del siglo XXI se tratase, o desempeñar el papel de "conseguidora" de trabajos para el marido de la infanta, el honrado contribuyente don Iñaki Urdangarín. Sin olvidar el "apoyo logístico" proporcionado al monarca en la famosa cacería de elefantes de Botswana.

No nos parece mal que el rey tenga su "amiga entrañable", cada cual en su vida privada hace lo que quiere, y si es un Borbón, más. Otra cosa es que seamos los españoles, si, ese país con seis millones de parados y todo tipo de recortes, quienes tengamos que pagar la reforma de una vivienda de lujo en El Pardo, para el uso y disfrute de la susodicha cortesana germana, y quienes tengamos que pagar, según ha informado el SUP, una escolta por orden del Ministerio de Defensa.

Parece que la casa Real no diferencia entre gastos públicos y privados, o mejor dicho, usa los primeros para ahorrarse los segundos. Mientras tanto un hombre de 46  años se arrojó por la ventana en Bilbao cuando iba a ser desahuciado. Esa es la España real, en la que nada es gratis ni pagado con dinero del erario público. Eso es lo que no comprende ninguna élite del país y menos si ha vivido toda su vida, como el rey, entre algodones monárquicos.

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