martes, 12 de febrero de 2013

Internacional del lujo

Ha sido muy comentada la reprimenda de la joven socialistaBeatriz Talegón a los dirigentes de la Internacional Socialista, reunidos en un lujoso hotel de Cascais, cerca de Lisboa.

El hecho me ha recordado el famoso debate parlamentario sobre la Internacional (la primera, la de 1864, la tatarabuela de la actual Internacional socialdemócrata de 1951) que tuvo lugar en el Congreso en 1871, con las cenizas de la Comuna de París aun calientes. Con discursos de gran calidad, nada que ver con los repetitivos, planos y mortecinos panfletos con que nos fustigan actualmente los políticos en el hemiciclo, Sagasta y Cánovas advirtieron del peligro que suponía el movimiento obrero para la conservación de la propiedad. Frente a ellos, Salmerón y Pi i Margall fueron de los pocos diputados que defendieron al cuarto estado, como se denominaba entonces a los trabajadores. Por 192 votos a favor y 38 en contra, los republicanos, se aprobó la prohibición de la Internacional obrera en España.

Aunque en el siglo XXI todo es distinto, la raíz del gran problema es la misma que entonces. Una minoría privilegiada que vive a cuerpo de rey gracias al trabajo y las privaciones de la gran mayoría de la gente. Los internacionalistas del siglo XIX se reunían para tratar de cambiar el mundo, para apoyar y organizar a los obreros frente a los poderosos opulentos. Los internacionalistas del siglo XXI se reúnen en hoteles de cinco estrellas porque ya forman parte del grupo de los poderosos opulentos.

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