jueves, 28 de febrero de 2013

La austeridad y los gobiernos imposibles

En las democracias occidentales, los procesos electorales eran ante todo clarificadores, mostraban los apoyos reales de los ciudadanos a los diferentes proyectos ideológicos y daban lugar a Parlamentos que reflejaban el momento político. Los recientes comicios italianos han confirmado que las cosas son ya diferentes. En las doblemente repetidas elecciones griegas de 2012, ya se pudo ver como surgían en tiempo récord formaciones con amplio número de escaños, mientras que los grandes partidos tradicionales, incapaces de convencer a un electorado hastiado, perdían unas mayorías de las que habían disfrutado tradicionalmente.

Un Bersani apesadumbrado por su pírrica victoria dijo que «La campana que ha sonado en Italia también suena en Europa», y que los parlamentos ingobernables que han surgido en Italia pueden ser moneda corriente en el continente a partir de ahora. El problema no ha sido la política de austeridad, que ha sido asumida por la mayoría de los ciudadanos, si no su patética falta de resultados positivos para las clases medias, contrastando con la opulencia de clases altas como políticos o banqueros. Eso es lo que no se acepta y hay que valorar positivamente que la ciudadanía haya optado por la protesta pacífica, y ha enviado su mensaje de indignación mediante el voto, dando una lección a quienes se dicen sus representantes y que en muchas ocasiones se preocupan más de su codicia y ambición, que de servir a sus representados.

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